Hace unos años, no tantos, el cañizo era un elemento imprescindible para la vida diaria en el medio rural.
Austero y digno elemento elaborado con cañas y que servía de apoyo para guardar alimentos; secar higos, tomates; «jorear» las carnes, y el mondongo; etc. También el cañizo fue utilizado junto con el yeso para la construcción de tabiques. Eran tiempos de austeridad donde se utilizaban más los materiales que provenían del entorno.
Hace poco, mi padre José, nos enseño a hacer cañizos, utilizando unos moldes. Previamente el cortó las cañas «en mengua» para que no se «cuquen». Como veréis en las fotos, pelamos las cañas (las más fuertes y rectas sirvieron de ejes y las otras fueron cortadas para trenzarlas) ; cortamos algunas de ellas; las trenzamos;… Mis sobrinos quisieron participar en esta tarea.
Después de trenzado reforzó mi padre con más cañas para que quedase más consistente y «remató» los trozos de caña sobrantes. Este es nuestro cañizo de 2,50 de largo, al que daremos buen uso.
Tres generaciones trabajando y disfrutando juntas, las tareas manuales nos dan oportunidad de fluir. Recogemos la sabiduría de nuestros mayores, trenzamos cañas en familia y reforzamos nuestros lazos. Una excusa más para convivir y aprender.